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Sobre nosotros

Relato de un proceso
 
Los primeros inicios en la pintura compensaron dificultades de adaptación y funcionamiento en un entorno hostil. Era un medio de supervivencia que funcionó aportando seguridad, valor y auto-estima. Probablemente, las carencias históricas familiares fueron el acicate para que se produjera una iniciación plástica tan temprana.

A partir de la adolescencia y durante la juventud se inició y prosiguió conscientemente la búsqueda creativa dentro de un supuesto marco interior, «propio» o colectivo, del que se podían extraer, de forma consciente y voluntaria, instalado siempre en el esfuerzo y el sufrimiento, «creaciones propias». Durante este periodo, sobre la experiencia creativa se proyectó inconscientemente la fantasía de un sujeto «creador» que pretendía configurar voluntariamente objetos plásticos, y que éstos, de alguna forma desconocida, estaban impregnados de «su» genuina y propia estructura personal, dando por sentada su realidad indiscutible.

Luego apareció un largo periodo de sequía creativa, obligada por un giro profesional inesperado, imperativo, que sirvió para aligerar el habitual peso del ego cuando se está en contacto con lo creativo.

Posteriormente una aguda crisis personal permitió retornar a la práctica plástica diaria. Se empezó a plantear la necesitad de pintar o esculpir sin búsqueda, sin propósito. Utilizando medios aleatorios y proclives al accidente plástico, iban emergiendo creaciones plásticas. El método utilizado era muy simple: ante una multitud de obras en proceso se esperaba que apareciera la necesidad de hacer algo, cualquier acción de mínima incidencia en el trabajo en curso. Una pincelada de un color concreto en un lugar concreto de la tela, un «glacis» suave en un zona limitada de la superficie del cuadro, etc…En el trabajo tridimensional con barro, se iba construyendo el trabajo al ritmo natural de secado de éste. Acciones permitidas cuando tenía un alto grado de humedad no lo eran cuando estaba casi deshidratado o con la consistencia de cuero. Cualquier acción era dirigida y motivada por un impulso que nacía bajo la zona pectoral del cuerpo. Una vez nacida la orden interna era ineludible su cumplimiento, acompañado del sentimiento relajante de haber hecho lo debido. Nunca se pudo detectar un origen personal de todas estas acciones, la percepción era que todo «era hecho», que su ejecución era la correcta y que el actor no participaba de nada de todo aquello. El no apropiarse de los resultados promovía un estado de «ligereza creativa» sin la angustia ni la ansiedad tan habitual y conocida anteriormente, y al mismo tiempo, la falta de responsabilidad provocaba un estado de apertura creativa desconocido hasta entonces.
En paralelo a esta última fase se inició la práctica diaria de la fotografía. En el universo visual continuamente cambiante de «pixeles» que nos rodea constantemente, el fotógrafo congela una de sus imágenes. Esta «selección»  se producía siempre de forma dramática: un preceptivo impulso interior movilizaba todo el proceso de selección, teniendo su origen en un espacio no personal, y finalizando en forma de gran descarga de tensión , casi orgásmico, en el momento final del disparo de la cámara. El origen de la selección del disparo provenía de un lugar interno indefinible pero, sin duda, impersonal. La experiencia se fue repitiendo y perfilando durante años, demostrando la «irrealidad» del sujeto creador. Era más evidente que con el objeto plástico, ya que la tarea a desempeñar durante el acto creativo era mucho más simple: se limitaba a enfocar, encuadrar y disparar.

Desde hace un tiempo, el conocimiento y práctica de la realidad virtual han facilitado y demostrado la inexistencia de intervención subjetiva en el proceso creativo. El software de construcción de la realidad virtual está estructurado en imitación a la realidad manifiesta, para facilitar su representación, por lo que queda sujeto a las leyes que la configuran. Usar estos programas es usar las mismas posibilidades que otorga la realidad, experimentar con ellos es experimentar con los mecanismos que construyen el mundo aparente y jugar con sus leyes. En este juego de búsqueda es fácil la aparición y des-cubrimiento de objetos con interés plástico, que el supuesto «creador» sólo debe re-conocer y seleccionar. Se parece más a un proceso de recolección que de creación.
El interés de la práctica descrita es facilitar la exploración de las posibilidades plásticas de la realidad, y maravillarse ante su infinita riqueza de opciones.
Actualmente, el trabajo cinético 3d proporciona nuevas posibilidades: entre dos construcciones voluntariamente seleccionadas y construidas, y situadas en dos momentos diferentes de la secuencia temporal, aparecen múltiples posibilidades, consecuentes y causadas por las dos construcciones de los extremos temporales. Este nuevo campo de posibilidad viene generado por la lógica informática, pero estos objetos aun no han sido vistos ni seleccionados por nadie.

 

 

El impulso

 
«octoedro» es un impulso con nombre propio, autógeno y de origen desconocido, que nace en el tiempo durante el año 2012, y en el espacio, en un lugar fértil.

La muestra parcial de sus frutos podría señalar la no participación de la supuesta voluntad humana, la incuestionable capacidad creativa de lo que es vivo, con el sello incuestionable de lo que es bello. La belleza no es otra cosa que la de-contracción de lo que es repulsivo y vacuo, y contraer es impedir que las cosas sean.

Nada de lo que aquí se puede ver ha sido concebido, formulado, imaginado por nadie. Simplemente un supuesto «alguien» y su equipo han seguido, sin saber porqué, el hilo del hacer con el notable placer de quien se sabe conectado con la vida. Aquí no hay creador ni obra creada, aquí solo se puede ver lo que siempre ha sido y ha querido salir a la luz.

Todo el excedente económico de la comercialización de los objetos presentados, si lo hubiera, se destinará a favorecer el crecimiento natural de la consciencia humana, en la dirección, mesura y forma que el propio impulso vaya decidiendo.
 

VIDEOS MEDITACIÓN

La contemplación sostenida en el tiempo de los vídeos pretende convocar en la mente del observador la proyección de imágenes de creación propia, sobrepuestas al material visual presentado. Cabe la posibilidad que exponerse a esta experiencia y contemplar el eco sobrepuesto de imágenes internas de forma continuada, tenga un efecto liberador y sanador para el espectador, al tomar consciencia del contenido liberado de las imágenes internas y experimentar su disolución. Es un viaje hacia el lugar donde se disuelve lo imaginado de uno mismo, donde habita lo que uno Es.

 

ESCULTURA DIGITAL

 

IMÁGEN DIGITAL

La construcción de los vídeos imita la de la vida misma: todo es causalidad de la que el gran desconocido es su motor (el que la mueve), y la temporalidad ocurre de forma cíclica, aunque aparente ser lineal. El parámetro inicial es una imagen de 3744 pixeles por 6058 pixeles, en proporción Áurea. Lo que sucede viene motivado por el juego misterioso de la geometría en movimiento , y el uso de la simetría, símbolo de la unidad de los opuestos. Una imagen inicial, con las características propias, que la identifican (un ego) participa del juego de la geometría en el espacio y el tiempo ( los avatares de la vida de un ego), para que se produzca el milagro del existir. En este proceso lo asombroso es contemplar como detrás de todo el proceso mecánico-causal emerge lo bello, expresión de Eso que Es. Después de la contemplación sostenida, cuando el pensamiento, vencido, desaparece, podría también desaparecer el sujeto que cree ser el contemplador. Es el instante buscado que anuncia y señala lo que Es.

SERIE PASEO SANT JOAN